" (...) No era posible que por la falta de
una brújula universal el tiempo cubriera de otoño a los canallas que siguen
regando dolor como si empuñasen mangueras. No se trataba de un resentimiento
enfermizo, como alguien podría asegurar con ligereza, sino sed de justicia. Los
delincuentes de hace poco o sus discípulos de ahora nos empujan con risas en el
comienzo del nuevo milenio, como si el planeta fuese un carnaval de
perversiones. Están imponiendo la convicción de que todo es banal,
especialmente el derecho y la vida. Son iluminados que prometen el paraíso e
instalan el infierno.
Apelan a la religión, el nacionalismo, las etnias, el idioma,
incluso las anémicas ideologías. Cualquier recurso sirve; los anacrónicos, más.
Mientras tanto, hablan del amor —a Dios, a su pueblo, a su cultura, a su país,
a sus tradiciones—, pero segregan odio. Litros de odio."
Los Iluminados, Marcos Aguinis