Es lo único en lo que puedo pensar ahora. ¿Por qué, explicame? Esa pregunta que tortura al humano desde siempre. Por qué por qué por qué. Hay mucha gente que no se toma un tiempo para si misma por temor a que esa pregunte comience a taladrar su mente. Todos la evadimos. Qué sería de nosotros si no? Esas dos simples palabras, pueden cuestionar nuestra vida entera, nuestro mundo. Pero convive con nosotros constantemente, por más indiferentes que queramos parecer. Esa pregunta está ahí, agazapada, lista para el ataque ante el menor flaqueo. Y acá viene el problema, cuando esa pregunta está demasiado presente en nuestra vida. Ahí comienza la tortura, el castigo autoimpuesto. Vivir en el cuestionamiento nos hace mal, vivir en la ignorancia no. Pero a la larga también nos hace mal. Qué cosa, no? Siempre el que más el boludo se hace, sale beneficiado, aunque "a la larga la pagan". Y a mi, me cuesta tanto pensar en ese a la larga, porque yo pienso en el ahora, y si yo ahora me como el garrón, quiero saber que el otro también se lo coma. Que egoísta. Pero es así, el caretismo gana. Que triste. Y por qué gana ese caretismo? Volvemos a lo mismo, todo es una pregunta. En especial esa: por qué? Ustedes se deben estar preguntando: por qué esta loca se pone a escribir semejante texto sin sentido ni ideas claras a esta hora? Y quieren saber por qué? Yo siempre detesté el "por qué a mi?", me parece muy egocéntrico. No vas a encontrar una respuesta, ni vos, ni los 7000000000 de personas que viven en este mundo, que seguro algo les pasó porque dios, la suerte o el destino lo quiso así. Yo simplemente me hallo acá, escribiendo este torrente de palabras contradictorias y monólogo de pensamientos en ebullición, que no pienso releer, por un simple hecho que destapó, finalmente y de nuevo, ese bichito carcomedor, esa sombra invasora, el siempre recurrente y nunca extinto: por qué?
lunes, 14 de noviembre de 2011
Suscribirse a:
Entradas (Atom)