La hescritora piensa que es divertido hacer de dios. Pero también agotador: lleva más de cinco horas mejorando su creación. Y aunque ya se ha tomado el whisky, se toma otro para celebrarlo. Sin duda, si hubiera tenido que crear el mundo entero, hubiera necesitado un montón de whisky. Tal vez fue eso lo que le pasó a Dios, con mayúsculas, piensa la hescritora. Debió marearse y si darse cuenta, no le salió tan perfecto como Él hubiera deseado. Sobre todo, si tuvo que crearlo en siete días. Ahora entiende por qué hay tantas injusticias, empezando por ella misma, que desearía amar a un hombre de carne y hueso y no lo encuentra.