"Portulinus y Blanca se han sentado, como siempre, bajo aquel
árbol para reincidir en un cierto diálogo dificultoso durante el cual él la
observa con apremio, refrenando la avidez en la punta de la lengua al hacerle
la pregunta que quema, ¿Nuestro árbol?, y experimentando un momentáneo alivio
al escuchar ratificar, Él árbol nuestro; ¿Tuyo y mío?; Tuyo y mío. ¿Tú y yo?,
Tú y yo; ¿Nosotros dos? Sí, amor mío, nosotros dos. La habilidad conciliatoria
del primer número par, el dos, repetido por ella día tras día bajo aquel mirto,
le devuelve a él tranquilidad (…). A él, el número dos le permite defenderse,
al menos durante el instante en que Blanca lo pronuncia, de esa insufrible
dualidad que se interpone como un hueco entre el cielo y la tierra, el
principio y el fin, el macho y la hembra, el árbol y la sombra, la pasión por
su esposa Blanca y la urgencia de escapar de su control."
-Delirio