Uno, dos, tres…
Duda, miedo, excitación. Una mezcla de sentimientos corren por su cuerpo. Él busca a la desesperada refugio. La incertidumbre comienza a corroerlo.
Nueve, diez, once…
En medio de esa implacable búsqueda, un hueco parece llamarlo. Lo encuentra, lo mide, busca su mejor perfil. El tiempo sigue corriendo, las emociones son cada vez más fuertes. Se mete, se mimetiza. Ruega a dios desaparecer.
Catorce, quince, dieciséis….
Se acerca el momento, la adrenalina es cada vez mayor, desearía alargar el tiempo y no tener que enfrentarse con lo inevitable.
Dieciocho, diecinueve…veinte!
El cuerpo se le hiela, el aire se contrae en los pulmones, una fuerza desconocida lo posee y lo controla. El pánico se va adueñando de él, mientras los pasos se sienten cada vez mas cerca.
De golpe, el momento de la verdad; era ahora o nunca. Ya no hay tiempo de predicciones ni ventajas, el estómago le da un vuelco y él se lanza a una carrera mortal.
Se acerca, trastabilla, sigue corriendo, dejando todo en el trayecto.
¡PICA PARA TODOS MIS COMPAS!
El grito de gloria, el sabor de la victoria. Hay abrazos, sonrisas, vítores.
¿Quién dijo que los chicos no tienen emociones fuertes?
