martes, 25 de enero de 2011

Miro a una persona pasar y veo Números.
Uno nace a la hora tal, minutos tantos, segundos aquellos, del día ese, del mes aquel, del año que corría; Números que determinan futuros cumpleaños. Pesamos variables kilos, medimos algunos centímetros, tenemos miembros determinados; Números que hacen a nuestra imagen (Teniendo en cuenta también el Número de años vividos, que conllevan un Número de arrugas y canas futuras). Alguien anota el Número de persona que somos (nombrado popularmente como D.N.I). 
A medida que crecemos, más y más Números van adentrándose en nuestras vidas, determinando distintos aspectos de nuestra persona: Número de celular, teléfono, domicilio. Número de parientes (incluyendo hijos, matrimonios y amantes) y patentes, Número de amigos. Somos clientes Número "muchos" de múltiples empresas y/o locales. Tenemos un Número de cuenta, la cual contiene nuestro monto dineral, lo que determina nuestro Número de bienes materiales. No hay que olvidar, el Número de los Números: el Número del Mundo del que venimos; hay un primero y un tercero -el segundo, se lo olvidaron en el juzgado-.
Pero no hay que olvidar que, el Número de lágrimas derramadas, de sonrisas regaladas, de dolores sufridos, de enojos, frustraciones y broncas soportadas y alegrías disfrutado. De enfermedades o fracturas sobrevivido, de canciones escuchadas, películas miradas, de libros leídos! De besos recibidos (y por qué no también dados?). De tragos tomado, horas bailado, cosas probado. De viajes hechos! De carreras estudiadas y trabajos tenido. De preciados minutos dormido o carcajadas y gritos compartido. De instrumentos tocado, mascotas cuidado y demás enumeraciones como esta hecho. Todo ese Número de cosas, determinan lo que somos, quiénes somos, cómo somos. 
Y en medio de tan exacta y sabia naturaleza, de una vida regida por estos gobernantes Números sin tiempo (tiempo: el mas tirano de los Números), esta humanidad se sigue moviendo por algo inmanegablemente mas abstracto: nuestras pasiones.