jueves, 2 de diciembre de 2010

"Música-histérica"

Se enriedan, se cuestionan, se precipitan. Notas violentas, histéricas, que se confunden y nos confunden. Melodía indefinida, relación sin nombre. Esa irresistible necesidad de repetir una y otra vez la misma canción, el mismo error, el mismo ilógico discurso dubitativo que me convence y condena.
¿Por qué será que, cuanto más escuchemos una canción, más nos gusta? ¿Acaso porque le conocemos todos los altos y bajos, sus saturaciones y giros, errores y perfecciones?
Y de golpe nos sabemos la letra de memoria, el arpegio inicial, el trompetazo final, y se torna rutinario, monótono, aburrido. Pero jamás deja de gustarnos.
Y yo me ato a esa canción, por más cansada que esté, me ato a vos y tus imperfecciones. Vos que volvés siempre igual, siempre distinto, volvés recogiendo pedazos de pasado, ese pasado sobreviviente que nos obliga a repetir la historia y a tropezar con la misma piedra una y otra vez. Yo digo masoquismo, vos decís amor. ¿Sinónimos? Puede ser. Pero esta vez yo grito histeria y vos llorás adiós. Este pasaje apasionado e interminable de violín finalmente se va apagando.
Tiembla una débil semicorchea. Silencio. Final.