“ … Como venía diciendo, yo no creo que Dios haya creado al humano al 7mo día. Para mi Dios creó al hombre una noche, una de esas donde la soledad se hace sentir por cada rincón de la tortuosa mente, del vacío espíritu. Fue ahí cuando nos concibió. Pero Él se dio cuenta que eso no bastaba, ya que al hombre no le era suficiente con Su compañía; en esas noches la soledad asaltaba a su cuerpo frío de caricias, hielo desconocido para su creador. Fue entonces que Dios creó a la mujer, para apaciguar el frío corporal de su compañero. Y sin que Dios se de cuenta, entre risas y descubrimientos, ellos inventaron el amor. Y poco a poco dejaron de necesitarlo a Él; teniéndose el uno al otro incondicionalmente, qué más podían pedir?
Ante semejante insurrección, enojado, Dios le dio un hijo a la mujer. El hombre no pudo soportar tener que compartir el amor de su hembra y decidió ponerle fin a la vida del desplazante. Claro que el hombre no contó con el dolor desgarrador de la madre, el cual, progresivamente se fue transformando en rencor y este rencor en distanciamiento entre ellos. Y así nació el desamor, esa soledad con sabor a nostalgia amarga y cruel. Satisfecho con su obra, Dios consiguió ser el único consuelo de tan deprimente y perdido humano, cuando en medio de tan cruel oscuridad no hay voz ni cuerpo que aplaque tan vacía soledad, concurrida de recuerdos idealizados y desilusiones disfrazadas.”
Son las 4 a .m. y el hombre decide cerrar el libro (fiel compañero en noches como las recién leídas/descriptas) y no puede más que sonreír frente a la tendencia humana de culpar a lo sobrenatural por sus desdichas, sus miedos, sus dudas y sus locuras.