-Pero si usted conoce a Dios ¿por qué no se lo dice a los demás?- preguntó el Salvaje indignado.
-Por la misma razón por la que no les dejo leer Otelo: son antiguos; tratan del Dios de hace cientos de años. No del Dios de ahora.
-Pero Dios no cambia.
-Pero los hombres sí- respondió satisfecho el Interventor.