"-No se ría usted, que son las personas como ellas las que hacen de este perro mundo un sitio que vale la pena visitar.
-¿Las putas?
-No. Putas lo somos todos, tarde o temprano. Yo digo la gente de buen corazón."
La sombra del viento-
jueves, 31 de mayo de 2012
domingo, 27 de mayo de 2012
"It´s us against the world"
Ella era una soñadora, él un idealista. Y sin buscarse se encontraron, desafiando a su mayor cómplice: la vida. Hasta que solos se enroscaron en el espiral de los pensamientos; los ideales se transformaron en cuestionamientos y los sueños en pesadillas vertiginosamente racionales. Comenzaron a adolecer a la par, compartiendo las lágrimas que resbalan por sus labios vírgenes de mundo, haciéndose compañía en la soledad de la incomprensión, potenciando la caída al vacío y esperando juntos el impacto.
Masoquismo: la droga del adolescente.
Masoquismo: la droga del adolescente.
No importaba el volumen de la música, ni la oscuridad del cuarto, ni la violencia de los cuerpos, los ecos de preguntas seguían penetrando sus desamparadas mentes ansiosas de respuestas.
Y de la mano -inconscientes, ajenos, seguros- se van perdiendo en el eterno laberinto del silencio, se consumen en la pasión incomprensible de la vida.
Hay amores asesinos, y los hay, suicidas.
domingo, 6 de mayo de 2012
"Francie salió exaltada de su primera clase de química. En una hora descubrió que todo estaba compuesto de átomos en movimiento continuo. Asimiló la idea de que nunca nada se pierde ni se destruye. Incluso si algo se quemase o se pudriera, no desaparecería de la faz de la tierra, sino que se convertiría en otra cosa: gases, líquidos y polvos. Francie llegó a la conclusión de que, según la química, todo vibraba de vida y no existía la muerte. Le intrigaba el porqué los hombres de ciencia no adoptaban la química como religión."
"Un árbol crece en Brooklin"-
"Boquitas pintadas" inspira...
A las ocho apagaron las luces. Y en medio de la oscuridad, sus sollozos. No tardé en unirme a ese ritual nocturno que nos persigue y nos desahoga. La noche es la peor compañera de la soledad. El silencio de lugar a los planteos que durante el día aplacan con sonidos, imágenes y quehaceres. En el momento en el que recordamos que los sueños y esperanzas quedan del otro lado de las rejas, los escudos flaquean y las fuerzas se esfuman. Pero esta noche la charla tuvo un aditivo inesperado: hombres, amor, sexo. Y hoy, estos cuerpos fríos de caricias, extrañan el calor del cariño, la tibieza de los sentidos, la magia del roce de las pieles hirviendo sobre una cama simple.
Sus brazos me rodean, nuestra desnudez es absoluta. Solo respiramos; inhalamos confusión, exhalamos resignación, necesidad. Nuestros dedos húmedos, la excitación omnipresente. Caricias torpes, besos en el cuello indecisos. Mejor no pensar, solo sentir. Sentir ese pecho a pecho, esa transpiración caliente en aquel ambiente helado. Nos reencontramos envueltas en un mundo de sentimientos y sensaciones tan viejas como nuevas. La adrenalina y el cansancio nos acalambraban los miembros, pero la freneticidad ya era imparable y los jadeos empezaban a adueñarse del silencio. La cabeza nos lato, la respiración nos vibra, el cuerpo nos tiembla. Hasta que a destiempo pero en simultáneo, nos encojemos, nos arqueamos, nos sacudimos. El aliento amargo, las lágrimas saladas, el placer dulce; todo era parte de lo mismo. En ese lapso de cinco segundos, logramos despejar en absoluto nuestras mentes intoxicadas y las aceleradas pulsaciones nos recordaron que adentro nuestro aún hay vida, que la satisfacción todavía existe y que la lucha, de a dos, siempre es más fácil.
Sus brazos me rodean, nuestra desnudez es absoluta. Solo respiramos; inhalamos confusión, exhalamos resignación, necesidad. Nuestros dedos húmedos, la excitación omnipresente. Caricias torpes, besos en el cuello indecisos. Mejor no pensar, solo sentir. Sentir ese pecho a pecho, esa transpiración caliente en aquel ambiente helado. Nos reencontramos envueltas en un mundo de sentimientos y sensaciones tan viejas como nuevas. La adrenalina y el cansancio nos acalambraban los miembros, pero la freneticidad ya era imparable y los jadeos empezaban a adueñarse del silencio. La cabeza nos lato, la respiración nos vibra, el cuerpo nos tiembla. Hasta que a destiempo pero en simultáneo, nos encojemos, nos arqueamos, nos sacudimos. El aliento amargo, las lágrimas saladas, el placer dulce; todo era parte de lo mismo. En ese lapso de cinco segundos, logramos despejar en absoluto nuestras mentes intoxicadas y las aceleradas pulsaciones nos recordaron que adentro nuestro aún hay vida, que la satisfacción todavía existe y que la lucha, de a dos, siempre es más fácil.
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